lunes, 12 de septiembre de 2016

Felicidad y alegría por útiles escolares que lleva el diputado Luis Alberto

Por Robert Vargas
Allí, entre la multitud de chiquillos de aquella escuela ví a uno a quien en el rostro se le veía desbordada la felicidad por tener una mochila con mascotas, lápices y otros útiles.
Este, entre todos, me llamó la atención por un algo muy especial: el pantalón de uniforme con el que fue a la escuela claramente le quedaba grande. En la cintura se lo apretaba con una correa muy grande para su pequeño cuerpo.

Además, debido a que el pantalón era muy grande para su pequeña estatura, le “sobraba” bastante y se  le formaban unos pliegues bastante amplios.
Los ruedos del pantalón estaban doblados hacia arriba y, por lo que aquellos alcanzaban casi hasta la rodilla.
Una jóven que acompañaba al diputado Luis Alberto Tejeda en la entrega de mochilas y otros útiles escolares, en tono amoroso le dijo al chico:
-“Papi, dile a tu mami que le corte el ruedo y lo cosa”.
El niño, con la inocencia de su edad, le respondió rápido y sonriente:
-“No puede, porque este pantalón lo usa mi hermano para venir a la escuela en la tarde”.
Aquella fue una escena desgarradora, al menos para mí que permanecí 32 años en las aulas siento maestro de escuela.
Creo que la chica habló con la maestra para tomar la dirección del niño y llevarle uniformes a él y a su hermano.
Entonces, después de procesar en mi cerebro lo que acababa ver y  escuchar y tras observar la alegría de los niños con sus mochilas, mascotas y lápices nuevos, entendí mejor la esencia de lo que estaba haciendo el diputado Luis Alberto Tejeda.
Como él, otros también han hecho lo mismo.
Unos han usado los fondos del Estado para aparentar que hacen los aportes sacrificando sus bolsillos.
Luis Alberto tomó una parte de los beneficios de sus múltiples empresas y los transformó en útiles escolares.
En uno de esos lugares no me aguanté y le pregunté directamente si él seguía en campaña electoral.
La respuesta me la dieron tres directoras de las cinco escuelas a las que visitó ayer:
Desde hace muchos años él repite esa rutina. Llega con su cargamento de mascotas, mochilas, lápices y borras, entre otros para regalarlos a los niños.
Cuando ellas agradecieron el gesto de Luis Alberto recordaron que “él siempre viene y nos trae esos regalos para los niños”.
Un detalle: Luis Alberto no llega repartiendo los útiles escolares a diestra y siniestra, como si quisiera botarlos.
Nada de eso.
Antes, su equipo de colaboradores van a la escuela, conversan con la dirección y con los maestros para que estos identifiquen a aquellos chiquillos y chiquillas más necesitados.
Una ves identificados por los maestros quienes son esos niños y niñas cuyos padres no han podido comprarle los útiles, entonces invitan a miembros de la Sociedad de Padres para que les acompañen y en forma ordenada a cada uno de  los identificados, sin atropellarlos, sin tumultos, les entregan personalmente los regalos.
Esto ayuda a entender la satisfación de los maestros y  maestras que sufren en lo más profundo de su ser cuando ven que un alumno o alumna carece de útiles, de uniformes o de calzado.
Recuerdo que el año pasado, en una escuela del barrio Puerto Rico había un chico que reventaba de alegría con su mochila y cuadernos. Era el único que no tenía uniformes y que iba a la escuela con unas chancletas como calzado.
Salir de la pobreza extrema no es fácil y, si no hay educación, más difícil aún.
Una maestra le dijo a Luis Alberto que “ojalá que otros se motiven”.
El llevó los regalos a la Iglesia Aguas Vivas del sector La Isla, en Las Enfermeras; a las escuelas Juan Bautista Zafra y Domingo Moreno Jiménez, en Los Mina Sur y Los Tres Brazos; a la Iglesia Asamblea de Dios, en Vietnam y a una escuela en el Cachón de la Rubia.
Mientras tanto, ayer al igual que los chiquillos y chiquillas, y las maestras, Luis Alberto se marchó feliz por haber hecho su buena labor del día.

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